El campo de batalla de la mente
Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Efesios 6:12
Nos bombardea la mente con un patrón ingeniosamente imaginado de fugaces pensamientos irritantes. El diablo conoce nuestras inseguridades, nuestras debilidades y nuestros temores. Sabe que cosa nos molesta mas. Está dispuesto a invertir todo el tiempo que haga falta para derrotarnos.
Uno de sus puntos fuertes es la paciencia.
Porque las armas de nuestro contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas. Destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el verdadero conocimiento de Dios y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo, el Mesías, el Ungido. 2ª Corintios 10: 4 y 5
Mediante su cuidadosa estrategia y su astuto engaño, satanás intenta levantar “fortalezas” en nuestra mente.
Una fortaleza es un área en la cual nos mantiene en atadura (en prisión) debido a cierta manera de pensar.
Estamos en una guerra
El enemigo es satanás
La mente es el campo de batalla
El diablo se ocupa diligente en levantar fortalezas en nuestra mente
Lo hace mediante estrategia y engaño
No tiene apuro, se toma su tiempo para llevar a cabo su plan de destrucción
Tendríamos que estar haciendo un montón de cosas, pero tenemos “esquemas mentales” que le abren la puerta al diablo para mantenernos cautivos:
Abuso verbal y sexual en la niñez
Rechazos de niños con quienes deseabas hacer amistad
No tuviste mas valor que quedarte quieto, tímido y retraído
Lograrás vencer.?
Juan 8: 31 y 32 – si permaneces en mi Palabra serás de veras mi discípulo y conocerás la verdad y la verdad te hará libre.
La verdad siempre se revela mediante la Palabra, pero tristemente no siempre es aceptada. En un proceso doloroso enfrentarse a las fallas y pelear contra ellas.
En general es mas fácil justificar las malas acciones.
Tu pasado puede explicar por qué estas sufriendo, pero no puedes usarlo como excusa para permanecer atado.
Nadie tiene excusa, porque Jesús siempre está listo para cumplir su promesa de liberar a los cautivos.
Él te acompañará mientras atraviesas la meta de victoria en cualquier campo si estás dispuesto a llegar hasta el final con Él.