“¿Sabías que el placer produce una impronta sobre nuestro cerebro que actúa como refuerzo positivo de esa experiencia? ¿Sabías que Masters y Johnson, pioneros de la sexualidad experimental, demostraron que en una relación homosexual, a menudo, hay más placer que en una relación heterosexual simplemente porque la pareja sabe cómo y dónde tocar; de qué manera estimular y excitar?”.



12/9/07

Papá

Papá: abraza a tu hijo desde temprano, pero cuando crece, no le escatimes tu contacto.
Sé notable en su vida. Aliéntalo a juegos varoniles. Juega con él al futbol, llévalo al Estadio, estimúlalo a no tener miedo. Exalta sus capacidades. Enséñale a ser hombre. Sé un buen ejemplo. No dejes que solo la mamá esté cerca de él. Interésate por su estudio. Investiga sobre sus gustos. No lo castigues rapidamente, pero márcale los límites.
Sé papá y amigo, compinche y haz todo lo posible para que tu hijo te tome como modelo a seguir, pero tú sé un hombre que tenga como modelo a Jesús, porque de Él tomarás el mejor diseño.
Habla mucho con tu hijo varón. No temas hablarle de las cosas naturales que le puedan suceder, su crecimiento, la natural excitación y erección de su pene, la masturbación, alértalo sobre la pornografía. La relación natural que querrá tener con niñas y luego con mujeres. No lo excites antes de tiempo, pero sigue sus pasos bien de cerca. Estimula sus impulsos varoniles, pero no lo exsacerbes para hacerlo un matón, un cabrón o un indeseable. Hablale de Dios. Deja que él te vea de rodillas cuando tú hablas con Dios. Ayúdalo a encontrarse con Dios. Ora a Dios junto con él. Sé un buen esposo, para que tenga un buen modelo a seguir. Aprovecha bien el tiempo cuando tu hijo aún es niño. Pero cuando fuere adolescente no lo sueltes si él no te lo pide. Y cuando te lo pida, sé una bendita sombra para su vida, y siempre sepa que estarás a su lado. Inspírale confianza, para que pueda contarte cualquier situación que le resulte difícil enfrentar. No lo invadas, pero no lo dejes nunca solo para resolver problemas, que él sepa que siempre e incondicionalmente tú estarás con él. No lo condenes antes de tiempo, y fuera de tiempo tampoco. Dios no te llamó a juzgarlo y condenarlo, te llamó a cuidarlo, educarlo, amarlo y sobre todo, guiarlo en el Camino de la Verdad. Abraza a tu hijo a menudo. Dile que lo amas. Dile que es importante para tí y para la familia. Los hijos quieren y necesitan ser abrazados, besados, acariciados. Aprueba sus logros, pero dícelo. Asegúrate que sus amistades no lo apartarán del camino que tú le has enseñado. Sal de paseo con él; tú y él solos. Deja que hable. No lo atosigues con consejos. No le marques los errores. No te abuses por ser padre. Pídele perdón cuando te equivocas o haces algo que lo lastima. Sé humilde, pero firme en tus convicciones, aunque seas amistoso, siempre serás su padre, compórtate como tal, no dejes nunca ese rol. Y haz todo lo posible para que él sea un hombre libre. Ayúdalo a perseverar en su vida de fe. Así, él será feliz y tú también.