“¿Sabías que el placer produce una impronta sobre nuestro cerebro que actúa como refuerzo positivo de esa experiencia? ¿Sabías que Masters y Johnson, pioneros de la sexualidad experimental, demostraron que en una relación homosexual, a menudo, hay más placer que en una relación heterosexual simplemente porque la pareja sabe cómo y dónde tocar; de qué manera estimular y excitar?”.



4/7/07

Ayuda para el homosexual

Esperanza para el homosexual por Esly Regina Carvalho La autora, una psiquiatra brasileña, escribe desde una perspectiva Bíblica sobre la homosexualidad. La Dra. Carvalho ofrece ayuda después de que el homosexual admite su pecado, lo confiesa a Dios y se arrepiente.
La ayuda se presenta en forma de sugerencias en cuanto a los «frutos dignos de arrepentimiento» (Luc. 3:8), es decir cómo aconsejar y ayudar al que desee abandonar el pecado por completo y aceptar su rol como hombre o mujer, según el caso, al entender que esta actitud de vida no es bien vista a los ojos de Dios
No creo que la homosexualidad sea biológica ni genética, ni que la gente nazca así. El movimiento político homosexual que tiene mucho que ganar económica y políticamente, quiere que creamos esta mentira. Muchos de los estudios científicos que esgrime tienen graves fallas metodológicas. Fueron realizados por investigadores homosexuales. Nadie nace homosexual, y por eso hay esperanza de revertir la situación. De hecho, muchos atestiguan haber salido de la vida homosexual. Sy Rogers manifiesta que el pronóstico de recuperación de una persona con dificultades homosexuales es mejor que el de la gente que lucha con el alcoholismo.
En conclusión, para ayudar a que alguien cambie, es necesario creer que esto es posible.
Por cierto, la sanidad no ocurre de la noche a la mañana, aunque no dudo del poder del Señor para hacerlo. En general, lo que veo como psicóloga es que la gente debe buscar sanidad para ciertas áreas de su vida, como la relación con el padre, el vínculo con la madre, el campo de los recuerdos, en fin, las causas de las dificultades emocionales. Esto lleva tiempo.
Por otro lado, en la medida en que las heridas van sanándose, la persona tiene que aprender ciertas conductas que quizás no asumió en la edad apropiada. Por esto, en el proceso de sanidad hay dos etapas: un tiempo de tratamiento de las heridas emocionales, y un período de aprendizaje de las conductas que no fueron adquiridas a su tiempo y de los modos de relacionarse que deberían haberse aprendido, especialmente en la adolescencia. Por ejemplo, ha de aprender el juego de coqueteo con el sexo opuesto, vestirse según su sexo, gestos apropiados, etc. Muchas veces, las personas critican a los varones que han dejado la vida homosexual y están en proceso de sanidad porque todavía se ven afeminados.
Dicen que esto comprueba su «falta de sanidad». Sin embargo, debemos recordar que la sanidad es realmente un proceso, y el hecho de que la persona no esté conformada a un patrón cultural de masculinidad (o feminidad) no significa que no esté curándose. Para decirlo con sencillez, la sanidad requiere tiempo. Sy Rogers, que vivió casi dos años como mujer antes de conocer al Señor y dejar la vida homosexual/transexual, le respondió a una persona que le hizo tal observación: «Estoy a años luz del tiempo en que me ponía medias de seda rosada y me pintaba los labios».
Rogers también habla de la importancia de obedecer a Dios una vez emprendido el proceso de sanidad. La obediencia protege de males peores, como el sida y las enfermedades venéreas, y coloca al individuo en una posición donde puede recibir sanidad. Me gusta el ejemplo del Antiguo Testamento de las seis ciudades de refugio, donde cualquiera que hubiera matado a otro sin intención podía buscar protección. El vengador de esa sangre derramada no podía tocar al asesino mientras estuviera en la ciudad de refugio. La obediencia nos pone en una «ciudad de refugio». Si estamos obedeciendo al Señor, estaremos siempre en mejor posición para vencer al enemigo. Por otro lado, si salimos del refugio (de la obediencia), estamos proveyendo para los deseos de la carne (Ro. 13:14) y del enemigo (2 Co. 2:11).
Creo que se debe establecer otra diferencia importante. La Biblia no condena el impulso homosexual, pero sí condena el comportamiento homosexual (pero cuidado con las fantasías y la lujuria). Todos debemos ejercer disciplina sobre nuestra conducta. Finalmente, tengamos cuidado de considerar el matrimonio como medicamento contra la homosexualidad. El matrimonio jamás cura la homosexualidad. Hay muchas mujeres que se sienten responsables del fracaso de su matrimonio porque el marido las dejó por un hombre. Todo cónyuge ha tenido una vida anterior al matrimonio. Suele suceder que en esa etapa un esposo como el de este ejemplo no haya sido honesto y no haya querido compartir con su novia su inclinación homosexual por temor a que ella lo abandone, quizás haya pensado sinceramente (pero sinceramente engañado) que el matrimonio iba a curar su mal.
pastor o consejero cristiano debe sugerir el matrimonio como medio de sanidad. Además, hay muchos que viven una vida doble: años engañando a su pareja sin compartir su terrible secreto hasta que el sida lo descubre. El matrimonio no es señal de sanidad, aunque puede ser el resultado de un largo proceso de sanidad. Conozco a muchas personas que, después de tomar en serio el proceso de curación, llegaron a casarse, personas para las cuales el matrimonio antes era algo absolutamente imposible e impensable. Dios es fiel, y culmina lo que él empieza en la vida de sus siervos fieles.
No debemos tener miedo de que las personas recuperadas se casen porque hemos visto muchos matrimonios felices, hombres y mujeres recuperados que han dado testimonio del poder de Dios y de la amistad y el apoyo de su cónyuge. Otros prefieren vivir solteros, lo que también es un don de Dios (1 Co. 7:7). No es necesario casarse para probar que se ha alcanzado la sanidad.
Espero que este artículo sea modelo de esperanza a todo el que tenga su vida tocada directa o indirectamente por la homosexualidad. Es mi convicción y mi compromiso compartir que los homosexuales pueden cambiar. Para Dios nada es imposible (Mr. 10:27).
Apuntes Pastorales, Volumen XIV, número 3