“¿Sabías que el placer produce una impronta sobre nuestro cerebro que actúa como refuerzo positivo de esa experiencia? ¿Sabías que Masters y Johnson, pioneros de la sexualidad experimental, demostraron que en una relación homosexual, a menudo, hay más placer que en una relación heterosexual simplemente porque la pareja sabe cómo y dónde tocar; de qué manera estimular y excitar?”.



1/2/11

Fui creada

Debo admitir que he vivido y he atravesado un largo camino de restauración. Hay cosas que aún estoy descubriendo pero me siento emocionada y sobre todo dispuesta a aprender sobre mi identidad femenina. Debo ser sincera, me siento como una pequeña niña aprendiendo todo de nuevo; aprendiendo a dar sus primeros pasos, pero eso si… Tomada de la mano de mi Padre, quien tiene muchas palabras para validar mi femineidad, un Padre que disfruta mi esencia femenina, un Padre que me ama tal y como soy. 2. Fui creada para relacionarme y construir relaciones. El libro de Génesis muestra detalle a detalle la creación del mundo. Después que existía desorden y oscuridad, Dios se hace presente y comienza la obra de la creación. Nace la luz, aparecen los mares, la tierra y los cielos. Dios comienza a llenar su creación con cosas maravillosas. Aparecen plantas, árboles, flores. Animales que vuelan, que nadan, se arrastran, que corren por los campos. Finalmente, Dios crea al hombre. La creación parecía completa, pero mira lo que nos dice la Biblia: “Luego Dios el Señor dijo: «No es bueno que el hombre esté solo”. Génesis 2:18 a Algo le falta a Adán: “Voy a hacerle una ayuda adecuada”. Génesis 2:18 b ¡Esta es una verdad increíble! Fuimos creadas para relacionarnos, para quitar la soledad. Hace poco, estuve en un retiro en donde participábamos hombres y mujeres. En el tiempo de convivencia, Hombres se fueron aparte y mujeres se fueron aparte. Llamó mi atención que los hombres empezaron con juegos de luchas entre ellos, unos se empujaban otros bromeaban. Mientras las mujeres, nos fuimos a conversar, a sentarnos un momento y hablar. Hablamos de lo lindo del lugar, de las flores, de nuestras vidas, etc. Tanto hombres como mujeres se estaban relacionando pero hay una diferencia entre la relación de una mujer; ésta crea intimidad. Tenemos la habilidad de profundizar, de conocer, de unir, de invitar, etc. Esta es una gran virtud que también refleja el corazón de Dios. Nuestro deseo de relacionarnos y de crear intimidad muestra a un Dios que desea relacionarse con el mundo. Un Dios que busca una relación íntima, verdadera y profunda con la humanidad. Un Dios celoso por su pueblo. Mira esto: Les daré un corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, porque se volverán a mí de todo corazón. Jeremías 24:7 RV95 A lo largo de toda la Biblia, encontramos a un Dios haciéndonos invitaciones para conocerlo, conocer su amor. A la vez, encontramos un Dios que desea ser amado (¿Qué mujer no desea ser amada?). Encontramos un Dios que nos ofrece una relación verdadera, un Dios interesado genuinamente en nuestros corazones. El conocer esta verdad, también ha eliminado muchas mentiras en mi vida. Al hacer memoria de mi adolescencia y de las relaciones que construí, encuentro en mí la necesidad de buscar el ser amada; buscar dentro de mis relaciones aceptación y comprensión. Todo esto me llevó a caer en pecado sexual, entregando mi feminidad para “construir” una relación verdadera. Ahora comprendo que mi capacidad para relacionarme es más profunda; mi identidad como mujer es capaz de unir personas, capaz de mostrar misericordia a la humanidad, capaz de amar sin condición. Esta verdad, me reta nuevamente a vivir en santidad. Cuidaré mis relaciones de ahora en adelante sabiendo que tengo la habilidad para mostrar el tipo de relación que Dios anhela con su pueblo. Cuidaré la forma en que me relaciono con otras mujeres; debemos comprender que juntas podemos unir y no estamos hechas para causar división. Cuidaré la forma en que me relaciono con los varones; crearé una relación de respeto y sobre todo una relación que muestre honra a un Dios celoso por nosotros. Fuente: www.libresencristo.org